Se elige a pesar de no saber o justamente
Despierta de la
pesadilla de no saber
quién es, cuánto
tiempo ni qué hizo de su vida.
Afuera, todavía
no empalidece el cielo,
por eso las cosas
proyectan sus aserradas
sombras. Se
inquieta en el segundo de no entender
que son las siete
más o menos de una mañana
de invierno, otra
más, y vacila entre la mano
que le tiende
desde su orilla el saber del día
o la visión de
una ciudad gris que parecía
estar a punto de explicarle algo importante.
Ya se desleen las
imágenes, se disuelven,
quedan palabras,
alguna que otra frase suelta,
operación de
traducir que la define
como una criatura
que elige de este lado.
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