"El día y la noche" Rufino Tamayo |
En ocasiones, la poesía
arrastra consigo (¿sin querer? ¿adrede?) sesgos de la exterioridad que rodea a
su autor: un clima, una manera de fluir el tiempo, cierta coloración, un rumor
de fondo. Podría más sencillamente decir que en la poesía está el paisaje, pero
difícilmente entenderíamos que con “paisaje” hago referencia a la anterior
enumeración, que por cierto queda corta y es apenas aproximada para
caracterizar un aspecto de la producción de Jorge Curinao (Santa Cruz, 1979).
Ayuda saber que vive en Río
Gallegos y que su primer libro se llama Sabanas
de viento (2006). En los siguientes Plegarias
del humo (2009), Cactus (2010), Nadando (2012) y Otros animales (2014), la referencia inmediata al espacio
desolado y sus contingencias frías desaparece de los títulos, pero asoma en
muchos de los poemas, incluso en la buscada desnudez de los más breves.
Transcribo una pequeña
muestra de su producción extraída de los dos últimos libros. Se puede leer más en su blog La chispa adecuada (http://jorgecurinao.blogspot.com.ar/ ) . Justo de allí elijo este post, una viñeta del primero de marzo de este año, como para dar un marco:
"Barrio Bicentenario a las once de la mañana: calle trece al fondo, pasando la iglesia y el descampado, al gaucho se le fue un caballo, faltan diez bolsas de cemento y siete de cal, el último viento tiró abajo el galponcito de don Manuel, los perros que ya ni ladran de tanto estar solos, las canciones de Giménez Agüero iluminando las calles de mi pueblo."
"Barrio Bicentenario a las once de la mañana: calle trece al fondo, pasando la iglesia y el descampado, al gaucho se le fue un caballo, faltan diez bolsas de cemento y siete de cal, el último viento tiró abajo el galponcito de don Manuel, los perros que ya ni ladran de tanto estar solos, las canciones de Giménez Agüero iluminando las calles de mi pueblo."
(de Nadando)
En tu
honor
enciendo
velitas de alquitrán.
Del
tiempo que vivimos
solo quedan
estas sombras
***
Afuera
llueve
es una
metáfora
de nunca
acabar.
***
Soy un
mudo
que habla
con desconocidos.
¿Y si el
alma fuera este insomnio?
***
(de Otros animales)
X
Aquel
que no encontró consuelo a la orilla del mar y no
reclama fe
ni esperanza, sabe que la carne es triste. Que no
hay que
hablar con extraños.
XIII
Se
aprende, en el pueblito, a caminar despacio. Se aprende
a hablar
con las estrellas, con los muertos. Escucha, cierra los
ojos. Es
la piedra que puse entre tus manos.
Muy bella tu poesía Jorge.
ResponderEliminarSiempre emociona leerte. Me identifica mucho tu poesía porque provengo de esos pueblos donde se aprende a andar despacio...Abrazo
ResponderEliminarInfinitamente profundo y breve, siento el mar, la lluvia y la piedra entre mis manos. Tu capacidad de transmitir sentires es ilimitada Jorge. Gracias. Saludos
ResponderEliminarMaravilloso poeta!!!
ResponderEliminarEstoy leyendo con placer este espacio. Mis aplausos
ResponderEliminarGrande Jorge.
ResponderEliminarLeerte desde el litoral es sentirme abrazada por la inmensidad del sur. Gracias siempre.
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