lunes, 16 de diciembre de 2019

El dinero, el árbol, la fiesta





I
Siempre que pago saco el billete
limpiamente con dos de mis dedos,
igual que se agarra un trapo sucio.
Lo dejo, y al vuelto lo hago un bollo
que guardo en el bolsillo de atrás.

II

En avenida Patria y calle Armenia
a las 11 de la noche, un chico
limpia-vidrios, una pareja compra
pizza y otra revuelve en la basura
del contenedor, debajo del árbol.

III

No he querido un arbolito de plástico,
pino con guirnaldas en la casa.
Antes era más, era otra cosa;
pero ahora a nadie le parece
hermoso. Le ven arañas, polvo.

IV

Los chicos se pusieron de vincha
la corbata y bailan agitando
botellas por el cuello. Atrás
en las mesas, en penumbra, están
los padres cansados, satisfechos.

V

Se van de las luces y del ruido,
dan propina al que les cuida el coche
(ellos usan billeteras). Piensan
“Hay que preparar las otras fiestas:
el árbol, la cena, los regalos”.

VI

Hay luz artificial en la vereda
y cascarudos del verano, pardos,
y negros. Pasan los autos y cosas
como estas sin rozarse, en carriles
paralelos. Yo mientras tanto espero.

VII

Cuando el semáforo se pone en verde,
el agua en el balde tiende al balanceo.
Reposa tanto el estropajo como
el dueño, que se sienta en el cordón
fuma, escupe, baja la cabeza.

VIII

Abrís la puerta del auto. ¡Llegaste
al fin! Pienso aliviada y me contás
que descorcharon su dinero en año
nuevo. Sidra y champán en Navidad.
Aun así bostezaron, se aburrieron.


IX

No hay juego de fuerzas, me parece.
No se quiere calcular el resultado.
Yo no sé o no puedo: solo observo
que en serie se produce esta moneda,
cara de miseria, cruz de ceguera.