sábado, 2 de octubre de 2021

Poemas de Pablo Seguí


Precedidos de un prólogo conciso, equilibrado y perspicaz, a cargo de Diego L. García, los poemas de Pablo en este libro exhiben una unidad de tono, cuyo rasgo más apreciado para mí es el recogimiento y la veracidad. La brevedad de un poema no es por sí misma necesariamente una virtud. En este caso sí: en todos y cada uno de las composiciones logra atrapar un matiz de la realidad en un voleo eficaz.  Eso es lo que esta lectora agradece. Lo hace además con sobriedad (también se agradece) en la exposición del yo, con nitidez en las imágenes, con palabras de este mundo, con ritmo.


Dejarán de nombrarte


Acá hubo gente. Acá
dormía la Babía:
pieza del fondo cuya
ventana mira al norte.

Y antes también. La casa
fue elevada por obra
de albañiles y mansos
carpinterios. La pieza
habla de gente que

partió hace mucho. No
estás en tierra virgen.
Pero impera el olvido.


Canción


Yo sé cómo es mi rostro
cuando escribo un poema.

Calla como no callan 
los que niegan al ángel.

Yo soy como una ardilla
en un bosque nevado.

Una vaina me nutre
y doy saltos precisos.

Yo sé cómo es mi rostro:
se parece a ninguno. 


Cosecharás tu siembra

El mandarino ha dado
nuevamente azahares
hará cosa de un mes.

Vos estabas aún
aquí y te despertabas
cerca del mediodía.

Al árbol lo retienen
sus raíces. A vos
el mal amor te impuso

partir. Con amargura
comeré de esos frutos
que ya no probarás.




viernes, 27 de agosto de 2021

Perder el tiempo (o el arte de desaparecer)


 



Empieza en forma de pequeñas manchas

imperceptibles a lo largo del día:

los tordos planean en descenso y

uno los ve, apenas un instante

hasta con la boca del estómago.

Después, ya es pura conciencia de estar

viendo . Igual nos demoramos, pero

ahora es el tiempo el que nos pierde.

 


lunes, 9 de agosto de 2021

Encendidos

                                                        
 

 

Aquí, mis cuñadas alinean

las verduras frescas. La luz

que viene del plafond del techo

pone en primer plano las fuentes

de ensalada rusa, lechuga, queso

y aceitunas, todo tenso y brillante.

Ellas conversan, agitan las manos,

pulseras y aros de fiesta.

Por las ventanas entra el humo

de la carne que se asa en el patio,

donde parte de la familia bebe

y discute, mientras los chicos

corren sabiendo que hoy se puede

gritar, entrar, salir y esconderse

adentro de la casa, y que más tarde

se encenderán los fuegos,

se alistarán los globos de papel

y los haremos navegar

encendidos por el cielo sin medir

ni riesgo ni futuro.

Tengo en el foco a mi hermano probando

un bocado de carne y hago click.

La foto no dará la música

que viene de los vecinos, tampoco

los olores del verano o la íntima humedad

de nuestros cuerpos, ni falta que hace,

porque no estamos fuera y no advertimos

la espiral de hojas que se deshoja

con nosotros. Yo brindo por mañana

igual que todos, mirándote

a los ojos, mientras pasan

los platos dulces de la noche.


miércoles, 21 de julio de 2021

Los viajes

 




I

 

No aprendí a llevar eso que veía

-los rojos tejados de una ciudad

antigua o las terrazas bajas

de un pueblo de llanura, por ejemplo-

a mi escritura. Cuando he viajado

me he ido a no saber.

Por eso un vago temor en la partida

y ni una sola línea en el regreso.

 

II

 

El camino que va

de las cosas a uno es más fácil

que el otro. Y este es poco transitado.

 

III

 

Tengo asociado el abandono

con el cuerpo opaco. Habría

que averiguar mejor qué rige

en la naturaleza; si en algún

punto del abandono es que se brilla,

porque los pocos datos

de la experiencia arrojan

estos resultados: la mariposa

en la vereda es menos colorida,

igual que el pájaro muerto.

Yo sé además que hay o puede haber

cierto grado de seducción

y de mentira en esto de sumar

peras y naranjas, imagen

y concepto. El pájaro brilla

cuando vuela, si nosotros, a cierta

hora, y de casualidad, lo vemos.


sábado, 5 de junio de 2021

Poemas de Pilar Bravo




Pilar Bravo vive en Toledo, donde se ha desempeñado durante 25 años como docente de la Fundación Ortega-Marañón. Ha publicado Borges verbal, (Planeta, 1999) en colaboración con Mario Paoletti, un ensayo sobre Francisco Umbral y El Columnista en España (2006) y la novela El año del cangrejo (2018). Entre sus textos poéticos se encuentra Caja de Botones (Botelle al mar, 2004), El Prado, 50 (Botella al mar 2017) y  Aún todo es temprano (Amud, Ediciones de Castilla - La Mancha), aparecido recientemente, del cual transcribimos un puñado de poemas.


Mira, tengo algo importante que decirte.

Ya sé, es poca cosa,

no te entretengo.

Pero son palabras,

las mías,

las que te quiero confiar.

       

 

          ***

 

Y si llego a mi vejez,

solitaria, precaria e infeliz,

¿la bruma dominará toda mi existencia

o lo que se vivió queda ahí, vivido?

¿No disfrutó acaso la cigarra de su vida

antes de que le llegara el invierno,

no fue tediosa la existencia de la hormiga?

Para espantar la bruma

narraré de forma hermosa

todo lo que fui.


SIN TESTIGOS


Se acaban los testigos de tus pasos

y te entristeces, como náufrago solitario

porque ya nadie reconocerá de dónde vienen tus palabras.

Y en su ignorancia te interrumpirán, para hablar del tiempo

o pedirte un cenicero.

Mientras bajas la vista hacia tu mano abierta y entras en el

silencio.


Apenas te quedan testigos

que recuerden cuándo intentaste que las estrellas

fueran de todos, mientras cruzabas los mares con alegría.

Llegará el día que tu mismo te asustes

al escuchar tus pasos.


REGRESO A IBAHERNANDO

A mi hermano Ángel


Ibahernando no tiene ríos

ni grandes alamedas que ofrezcan sombra fresca.

No hay valles por los que correr cuando aún la tarde está

cayendo y los niños recogen sus cometas del viento,

ni lagos en los que verse uno mismo cuando hay luna llena y

extiendes tu mano hasta deshacerte en el reflejo.

Al mismo tiempo,

Ibahernando no tiene sombras y las horas de la siesta son tan

largas como días enteros.

Todos saben quienes son los otros, pero no todos se saludan.

En las noches de verano, en los regresos de los

paseos por la carretera, las esquinas te recuerdan que

Ibahernando es el único lugar

que guarda los ecos de las voces veraniegas de tu infancia.


 

sábado, 8 de mayo de 2021

El ascenso de Atón

 



 

                            Desenterraron collares y un pez

                            fosilizado en un bloque de piedra

                            negra, basalto de más de tres mil

                            años. El alma del pez no está allí.

                            Transmigra seca también a través

                            de las fotogalerías de los diarios

                            del mundo, una semana o dos.

                            Después, no se sabe. Se olvidará.

 

                            La ciudad está en el desierto. Vemos

                            al fondo el Nilo. Atrás, unas palmeras

                            al viento  y en primer plano al arqueólogo

                            español. Todo es internacional

                            y dura menos de cuatro minutos.

                            Luego nos hundimos hacia lo hondo

                            y oscuro del sueño donde a lo lejos

                            reverberan ¿las escamas de un pez?

 

                            La vida que está en otro lado en mi

                            paisaje interno – juncos amarillos

                            entre las piedras de las Altas cumbres,

                            hay viento y a la vez silencio; frío

                            y, en el agua, peces que son grises

                            sombras sin miedo – la vida o ese

                            rincón que ahora mismo es sin mí,

                            sabe que la muerte está en otro lado.


miércoles, 21 de abril de 2021

Sin intención

 



                    Vos  podrías ser una de las hojas

                    de las ramas más altas de ese álamo

                    que parece gozar con la primera

                    luz de la mañana junto a las otras,

                    mudas, dóciles al suave comando

                    de una brisa shakespereana que forma

                    y deforma, hace y deshace rostros,

                    risas, sin intención de decir nada.



jueves, 11 de febrero de 2021

Puente del Trabajo





 

Ese pato negro que vuela al ras

de su sombra sobre el agua del río

-el día está tan quieto que los árboles

se miran en su reflejo invertido

hasta la raíz del cielo- cruzó

bajo el puente y su nudo de basura

y ramas, solo porque distinguía

la sílaba abierta de la mañana.


Valvas negras



                                                                                                         "En las rocas II"
 


Vamos para allá, para las piedras,

vamos a sacar los mejillones

de valvas negras con un cuhillo

de hueso y acero brasilero;

vamos a fumar un cigarrillo

contra el viento que manda a veces

olor a lobito muerto. Ruge

la ola. Inhala y se desploma.