Rodolfo Godino (San Francisco, Córdoba 1936 - Buenos Aires, 2015) ha sido un gran poeta y ha recibido el reconocimiento de su labor a través de diversos premios, entre los cuales se cuentan Premio Nacional de Poesía (Iniciación) 1960, el Premio del Fondo Nacional de las Artes (1961 y 1964), el Primer Premio Municipal de Poesía (1970), el Primer Premio de Poesía "La Nación" (1994) el Premio de Poesía de la Academia Argentina de Letras 1998-2000, el Premio Consagración de la Provincia de Córdoba (1998) y el Premio Rosa de Cobre de la Biblioteca Nacional Argentina (2013). Su último libro publicado recientemente por la Editorial Brujas, fallecido ya el poeta, se titula Vista atrás (2010 - 2015). Lo que sigue son algunas notas de lectura.
Como un bailarín consumado que sabe los pasos, Godino se
mueve con la destreza y la gracia ya conquistadas en esta pista, a la que llegan
muchos fantasmas familiares. Su lenguaje se lo permite desde que hubo abierto
la vía que permite el tránsito de esas presencias a partir del giro dado en Elegías breves.
***
No sin ironía titula las
secciones: “Repositorio doméstico”, “Barrio cerrado”, “Otros asuntos”. Se lo
puede “ver” manipulando los elementos. Es alguien que sabe bastante bien lo que
hace: combina aquí, yuxtapone allá, impone tal presión a la materia que la
sofocada emoción al fin se abre paso hacia el aire y respira.
***
Uno lee:
¿Volveremos
como ráfagas
emocionadas
volando entre
aromos,
brotes
y oscuros
dátiles,
hasta el azud
y la tibieza
generadora
del agua,
en urgencia
de unión, sin aliento,
sin
escrúpulos, sin temor, sin fin?
Y luego, el anticlimático título,
“Pregunta de clara intención”, y entonces se advierte que primero nació el
poema y después, en un segundo momento, el título. Una vez rota la unidad
ilusoria, podríamos imaginar la multiplicidad de intervenciones operadas en el
poema. El autor deja huella solo de dos: no le gusta exponerse demasiado y cuando
sale una pieza tipo cierva blanca le lanza el galgo, que si no la tarasconea,
por lo menos, la hace correr para otro lado.
***
Hay una región donde el
conocimiento de la realidad es el conocimiento de uno mismo. Esa es una de las
vetas de este libro. Pero es necesario ser más específico, más sutil, porque
Godino lo es. No se trata de conocer, sino de re-conocer, –previo a atreverse a
desenmascarar– los pequeños desvíos malintencionados, las reticencias del rencor;
de aceptar que nuestra alma sin maquillaje pueda ser la de una vieja mezquina y
artrítica. El conocimiento tiene ese matiz moral de sinceramiento y purga, la
necesidad del que se despide:
Nuevamente el
prodigio,
es él en el
diluvio
esperando
perdón y
bienvenida.
Ha vuelto y llama:
su voz guarda
la erosión,
los días
cruentos,
-Llamaste
y no atendí y la herida del instante
y sus renuevos
crecen como error
funesto, irremediable.
***
El pasado invade: su marea de
desaparecidos es indetenible. Es probable que Godino temiera a la muerte…
Pienso en esta frase, en cuánto tuerce y acalla. Tiene al menos el mérito de
poner en relación el pasado y la muerte futura. El interregno –si es que el
presente lo es– es lo que resulta tensionado en este libro. Su título Vista atrás (2010 - 2015) no deja margen
de ambigüedad.
***
A las imágenes visuales,
auditivas, etc. habría que añadir una categoría que se llamara “imágenes
morales”. Una imagen moral no moraliza, es autoinculpatoria, deforma como Brueghel
o como El Bosco lo visible (el cuerpo) para referirse a lo invisible (el alma,
el espíritu, la madeja de deseos y rencores). Ejemplo de imagen moral: “En el
antiguo parque Thays”, dedicado a Claudio Suárez:
Las ciclistas
contra el sol,
muslos
tempranos
y mecanismos
móviles
cumpliendo
delicadas tareas
y el malestar
de ángeles custodios
callando en
la espesura
de tipas y
gomeros.
***
Entre las cuerdas que suenan aquí
hay una que no es ni muy aguda ni muy grave. No irrita; no apena. Sólo suena,
pura afirmación de sí misma o del sonido. Son poemas en que por lo general
aparece la naturaleza en primer plano, un aspecto observado, un detalle
significativo, un instante. Son los poemas japoneses de Godino:
Sin alborotar
bajaron
como hojas,
lentamente
como hojas
muriendo,
sus plumas
indecisas
entre el azul
cargado
y el negro
puro,
algo anunciaban,
algo ocurría:
ellos
no se portan
así.
***
No es fácil interpretar el tema
de la homosexualidad en la obra de Godino. Aparece como enigma, como condena,
como repulsión, por lo que se podría afirmar que no hay nada original ni
revolucionario, sino al revés. En su tratamiento apela a los recursos del mayor
hermetismo, propios de su primera etapa poética. Dice, pero no dice, escamotea;
la ambigüedad se presenta quintaesenciada, siempre expresando disgusto y
desprecio visceral. Su homofobia, hoy políticamente incorrecta, se presenta
disimulada con todas las artes del mago, por lo que habría que considerar el
hecho mismo de que aparezca y de este modo. Mi hipótesis es que Godino a veces
duda de sus prejuicios y que hay algo en el orden de lo sexual reprimido que se
cuela por la veta de tal tematización (insinuar que él experimente un deseo
homosexual sería una simplificación grosera).
Estos poemas se cuentan quizás
con los dedos de una mano y, por lo general, están asociados a personas que ha
conocido, personalmente o través de la literatura. De modo que llama la
atención que cierre su libro con uno que la aluda. Pienso cuánto ignora uno que
va a morir en fecha cierta. Si él lo hubiera sabido, el poema “A un guerrero de
la dinastía Han, reencarnado en embajador” no llenaría la última página de su
último libro. Quizá hubiera elegido otro legado.