miércoles, 12 de enero de 2022

Sobre Mubarak, de Laura García del Castaño


 

“Tiré con fuerza de nuestra vida sumergida”: Mubarak 
(Laura García del Castaño, Buena Vista Editora, 2021)

 

En el último poemario de Laura García del Castaño hay varias historias que nos llegan como esos restos de resaca que deja el mar de fondo de la época; retazos o jirones de discursos de sujetos, cuyos nombres los identifican con una experiencia de dolor, tan agudo y masivo como empozado e intransferible.  Investidos de esas voces,  los poemas remiten directa o indirectamente al entorno histórico, tumultuoso, caótico, a veces completamente miserable. El desorden encuentra aquí un cauce complejo de expresión, que da cuenta de los múltiples planos en que se resuelven o más bien se disuelven las pobres vidas, concientes o no de su marginalidad.

El caso: suceso o acontecimiento. Laura lo indaga y en su “estudio” hace lo que debe, relaciona lo particular y lo general. Hay un orden en este poemario, un diseño que expone las amargas conclusiones en el tejido fluido que compone entre los varios planos de la realidad.

Las voces son potentes. Hablan desde un sentimiento de profunda y gratuita humillación. Todos de alguna manera inocentes, incluso los culpables de la mediocridad medioambiente. Pero la condena es implacable. El contrapunto entre unos y otros (los que son conscientes de la injusta humillación y que desnudan la ignorante violencia de los otros) arma la figura en este tapiz móvil y ubicuo.

 

“…Abreviar luz y consuelo / Abreviar la mirada…”

El poemario se abre con “Chat”, donde Laura hace converger indirectamente, a través de fragmentos de conversación por whatsapp con sus correspondientes emoticones, situaciones que luego desplegará: en la síntesis del primer poema está contenido lo que, desde otro/s foco/s, constituye la materia de los siguientes. Laura procede por acumulación y progresión: los mensajes que se van sucediendo le permiten al lector reconstruir la situación planteada, la pequeña historia con sus personajes, desde la búsqueda de la sala de internación hospitalaria para una tía, que irá empeorando hasta morir.  Si hay algo dramático en esta escena, queda en sordina, recubierto y empastado por la jalea banal de esos parientes, cuyo espesor adocenado  y adoctrinado cabe perfectamente en el molde del código wapp:

 

“- Habitación 503/pulgar arriba

-Estamos todos con la tía/llorando de risa

-Sólo se permiten dos personas/sorprendido sudor

-Poné video del hombre que mató al cocodrilo/lengua afuera, ojos apretados

-Viene su hermano/ guiño, feliz, corazón verde

-Estamos viendo el de la mujer de Tinder/cara sudor

- Tía Justa pidió ver el loro/corazón palpitante, ojos arriba

-Vine con Gretel en la moto/dos caritas con dientes apretados

-Ya arreglé con Mario el remisero a ver si puede traer a Pepo/cara al revés

-Aplausos/aplausos/tres caritas beso corazón…”

 

Los dos últimos poemas, retoman ese cariz crítico de las mediaciones virtuales que constituyen nuestra vida diaria, poniendo de manifiesto otra vez cómo el hábito de una comunicación de superficie que parece haberse entronizado gira en redondo, sin salida, inútil:

Meter los pies en la virtualidad

Postear el feto, la plantita

y el electrocardiograma

Viralizar condolencias

Megustear el brindis,

el sueño del viernes

la calumnia del extraño.

 

Compartir

 el equipaje de la excursión

el traje del egreso

la captura de pantalla del elogio y del agravio (…)

 

Crear un avatar que gesticula un ánimo supuesto,

siempre encantador,

malhumorado encantador,

furioso encantador,

roto encantador,

siquiátrico encantador (…)

 

Tener a mano

meditación para la astilla,

Playlist para la rutas del desierto,

collage favorito para la venida del fantasma,

animación

para la euforia o el espanto

Abreviar luz y consuelo

Abreviar mirada…”

En ese marco otras historias, en los que se sumerge Laura, con un registro bien diverso.

 

 “…como un residuo silencioso / tan fallido como invisible…”

 

La BBC informó el 13 de febrero de 2015 que, en Uganda, Mubarak Batambuze se vengó de un cocodrilo de 4 metros y 600 kilos que había devorado a su esposa embarazada. Lo hizo con una lanza. Días antes, el 30 de enero, se sube a la red un video de 30 segundos con esta información. “Mujer moribunda se despide de su loro después de 25 años de vivir juntos”, video viral del 2018. “Decepcionado de sus hijos Om Narayan Verma repartió su herencia  entre su mujer y su perro”, la India, 2021. Y así: una chica que es asesinada luego de una cita por Tinder, otra vendida por su padre, otra más que escapa de la servidumbre sexual de su captor, un desplazado en Serbia, un harraga, lo que piensa un fotógrafo de National Geographic… fragmentos de la web, noticias sensacionales y efímeras se recalibran en los poemas (ya fueron aludidas en “Chat”) desde una dimensión interior. Laura las reconstruye, sea través del monólogo dramático o de la presentación en tercera persona o de la apelación/diálogo (he contado solo dos poemas de 31 en donde se expresa en estricta primera persona); se pone en su lugar como comprendiendo lo no dicho: una dimensión del dolor, del rencor, de la impotencia, de la soledad a la que ella le presta las palabras. Su mediación poética contrarresta la otra mediación, la de la virtualidad y sus superficiales, despotenciadores  golpes de efectos como única factura de lo real. El poema quiere ser la contracara y  por eso no pasa rápido, como en cambio pasa la noticia, sino que insiste, va mordiendo de a poco, cada vez más hacia el carozo irreductible.

La calidad del lenguaje se define por esa capacidad de penetrar en la materia más opaca y pétrea. Lo hace ambientando, narrando un poco (también estos poemas discurren desde una situación inicial a un desenlace). Hay acción y reflexión, empezando por el hecho de que la perspectiva se refleja en otros e intenta ahondar en sus sentimientos, y también en que la sola presentación de esa experiencia viva ya constituye una especie de evaluación, de valoración de la textura social en que están insertos:

Veinte años estuvimos con Enrique

No me dejaron verlo incluso cuando me llamaba

Soy un barco al fondo del mar, Daniel –me decías

Un huraño, un parco de palabras,

pero a vos te gusta ver el horizonte desde ventanas hundidas,

te gusta sangrar de amor como a los putos

El mundo no abraza, Enrique, nos pasa finito

y si puede nos aplasta como un abrojo a la orilla del camino,

nos promete chocolates

y luego nos empuja dentro del horno como a los del cuento

Este es el destino que elegiste hijo,

Vivirás hablándole bajito – profetizó mi madre…”

 

A veces así, con las palabras llanas, pero en una selección exacta. En otras ocasiones no menos exactas ni llanas, pero llenas de ironía, como en “Golpeé las manos en la casa de los seres de luz” y  en el siguiente, “No hay lugar”, cuyo final cito:

 

“…Ahora que quemas rudas, hierves ajos

Devoras yema milagrosa,

te untas crema de unicornios,

que eres el CEO de tu mente en blanco

 

Ahora que al fin nos ves:

lívidos equilibristas sobre un tender roído

mientras vos lamés la cima de un cosmos orgánico

me advertís:

Que no vengan a tu casa

a golpear tu puerta

No hay nadie

 

Ahora vivís en la quinta dimensión

Allí tienes mezquita plegable, altar de pallet,

velitas led, el fanal con agua azul de la fuente,

gotita estéril para el tercer ojo

y una casita nueva, actualizada, que no admite

descracia ajena,

sistema anterior,

acciones de voz o corazón incompatible.”

 

En los diferentes registros y en su precisa combinación, en la imagen ominosa, en las metáforas orgánicas, en la coloración de la materia muerta o herida o purulenta, pero con la medida de una voz que arde y no descansa en su acumular escombros con latido, devuelve vida a lo muerto, dignidad a la mancilla, exhibe la crueldad de la crueldad, la estupidez de la estupidez y la culpa o la responsabilidad de no zafar del todo.

2 comentarios:

  1. Excelente nota! Ya quiero el libro MUBARAK! ES el último de Laura García, no? Es una gran poeta!

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  2. Hola Hernán, sí, es su último libro.

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