Ahora me acuerdo que ayer creí
comprender cabalmente lo que había
pasado. Quizás fue casualidad:
como un cormorán de instinto certero
empalmé la corriente por el ángulo
que veloz desciende al centro… ¿de qué
que comprendí el día de ayer? No sé.
Siempre retengo el cómo, nunca el pez.
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