Me estoy haciendo amiga
del joven tilo, bajo
el que paso las horas
de la tarde leyendo,
porque recién hoy vi
la forma de sus hojas
casi como si fuera
por primera vez; nítido
su perfil, y su verde
sobrio a la distancia justa.
Y me dio como culpa,
un algo de tristeza
por haberlo negado
tanto tiempo (el tilo,
se sabe, crece lento)
Así nos pasa a veces,
pensé. No amamos lo que
no se muestra y entonces
es tan poco lo que vemos.
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