lunes, 9 de agosto de 2021

Encendidos

                                                        
 

 

Aquí, mis cuñadas alinean

las verduras frescas. La luz

que viene del plafond del techo

pone en primer plano las fuentes

de ensalada rusa, lechuga, queso

y aceitunas, todo tenso y brillante.

Ellas conversan, agitan las manos,

pulseras y aros de fiesta.

Por las ventanas entra el humo

de la carne que se asa en el patio,

donde parte de la familia bebe

y discute, mientras los chicos

corren sabiendo que hoy se puede

gritar, entrar, salir y esconderse

adentro de la casa, y que más tarde

se encenderán los fuegos,

se alistarán los globos de papel

y los haremos navegar

encendidos por el cielo sin medir

ni riesgo ni futuro.

Tengo en el foco a mi hermano probando

un bocado de carne y hago click.

La foto no dará la música

que viene de los vecinos, tampoco

los olores del verano o la íntima humedad

de nuestros cuerpos, ni falta que hace,

porque no estamos fuera y no advertimos

la espiral de hojas que se deshoja

con nosotros. Yo brindo por mañana

igual que todos, mirándote

a los ojos, mientras pasan

los platos dulces de la noche.


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