Aquí, mis cuñadas alinean
las verduras frescas. La luz
que viene del plafond del techo
pone en primer plano las fuentes
de ensalada rusa, lechuga, queso
y aceitunas, todo tenso y brillante.
Ellas conversan, agitan las manos,
pulseras y aros de fiesta.
Por las ventanas entra el humo
de la carne que se asa en el patio,
donde parte de la familia bebe
y discute, mientras los chicos
corren sabiendo que hoy se puede
gritar, entrar, salir y esconderse
adentro de la casa, y que más tarde
se encenderán los fuegos,
se alistarán los globos de papel
y los haremos navegar
encendidos por el cielo sin medir
ni riesgo ni futuro.
Tengo en el foco a mi hermano probando
un bocado de carne y hago click.
La foto no dará la música
que viene de los vecinos, tampoco
los olores del verano o la íntima humedad
de nuestros cuerpos, ni falta que hace,
porque no estamos fuera y no advertimos
la espiral de hojas que se deshoja
con nosotros. Yo brindo por mañana
igual que todos, mirándote
a los ojos, mientras pasan
los platos dulces de la noche.
lunes, 9 de agosto de 2021
Encendidos
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