He
sentido tantas veces
el
tam tam de tu corazón
(mi
oído junto a la noche
de
tu pecho, ese atajo
del
sonido que te lleva
hacia
los húmedos bordes
en
que las cosas, también
las
cosas, se hunden una
a
una), que por la huella
de
ese sonido me voy
y
como foca en el agua,
hábil,
por allí regreso.
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