Después de la lluvia en Enero,
rastreo hasta la casa del vecino
el camino de hormigas negras.
Algunas -muchas- llevan restos
verdes de mi albahaca, y rojos -
¡Ah, malditas!- de mi geranio hiedra.
Sol arriba y cielo de estrellas
fijas que por la claridad no veo,
aunque sí adivino la ordenación
de la materia, su ley de tenazas
en esta minúscula e ignorada
parcela veraniega de la tierra.
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