La minúscula flor de la lavanda
se sostiene erguida a pesar
del aire inmóvil, frío.
Alrededor, cinco abejas, hilando
un movimiento en filigrana
que la ata a la luz.
También nosotros dejamos de usar
toda palabra: mudos hemos
llegado a ser, sin querer,
sin comprender ni imaginar. Instinto
puro que hace del polen tenue
del presente una danza.