I
Esta inmovilidad de gota helada.
Mirar el verde, verde; los rincones,
secos los insectos y en la pared,
las sombras de las ramas son las sombras
de las ramas, que el viento hace temblar.
Entonces, apagar el cigarrillo
y los ínfimos pulsos de la casa,
cenizas del final de la jornada.
II
Modo de un encantamiento que enfría
hasta congelar piel, carne, mirada
fija en las cosas tal como aparecen
desatadas, una después de otra
una al abismo ciego de la otra.
Cansa. Por suerte agota. Abandono.
Cerrar los ojos y buscar la imagen
de una duna para curvar la noche.
III
De tanto repetirse ahora sabe
el signo que dibuja su trayecto.
Es noche, no oscuridad, y hay frescura
para la brizna crecida en la arena.
húmedo, hasta la nariz que aspira
el aire salado y se hunde sin
medir dónde está el punto de lo hondo.
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