domingo, 7 de febrero de 2016

Fragmentos de una serie (...así me gustaría que se llame el próximo libro)


                        I

Te dejo el jardín y el pasto cortado.
No vas a ver caer lluvia de estrellas,
pero cuando cae la lluvia el silencio
se anuda a los tallos y despacito
parece que te ahoga. Imagino
la noche y te imagino a cubierto,
desplazado, ajeno. Deberías
salir, mojarte un poco y entregarte.


                        II

Yo también busco ver el otro lado,
pero las más de las veces me quedo
en este: la superficie de sombra
o de luz por donde ruedan las gotas
y gira el tiempo. Me falta tesón
quizás, o quizás me sobre inquietud
y entonces salto de lo máximo a lo
mínimo como la gata cuando caza.


                        III

Todos sabemos que allá están los álamos,
el pino, los viejos fresnos y el cerco
de jazmines. Bajo la lámpara
y su acotado círculo de luz
amarilla, engarzamos historias
en la cena, y cuando en lo alto ellos
juntan sus melenas verdes, nosotros
oímos solo algo como viento.


                        IV

La causa flota incierta y sin embargo,
alterado el léxico de las células
en un plano interno, en el externo,
yo la vi llorar cuando estaba sola
una tarde y otra en la cocina
aislada en su tristeza incomprensible.
Un cambio de código en la materia
tal vez en un momento en que reía.


                        V

Se sabe de memoria el movimiento
del día en la parcela que le toca:
la hora en que la luz da en la ventana,
cómo es que aletea el colibrí macho
y el olor de la tierra cuando riega…
Esas cosas que no son cifra de otras
cosas, que estando dentro están afuera
un poco a salvo del crujir del mundo.


2 comentarios: