sábado, 30 de julio de 2016

Poemas de Javier Foguet




Javier Foguet nació en San Miguel de Tucumán en 1977. Ha publicado La tumba de los viajes (2006) y El humor de la luz (2009). Integra la antología 53/70. Poesía argentina del s. XXI. Los poemas que transcribimos son inéditos.


Rise and Shine

Luz que has comenzado a romper
no eres bastante
para descubrir el interior de los árboles
y por eso te apreciamos, porque como nosotros
eres débil
y más fuerte que tú misma.


Canción de cuna

Antes de dormir, mi padre sacaba el auto
para templarlo
contra las madrugadas heladas.
Hago la música
de ir tumbado atrás
mirando los riscos de los árboles y,
cada dos segundos,
el goteo del alumbrado sobre mis ojos:
“tierra, sé que continúas
mientras nosotros dormimos
tu extrañeza no tiene fin…”
           
11

Bajamos la escalera
hasta el río. Buscábamos
un perfume que era
el de la enredadera
azul cuando ha llovido.
Pero no lo sabíamos.


Cartolina

Reciba, madre mía, esta relación,
mi diseño del pico y el cráneo
de los pelícanos
que comen de las olas
metálicas al sol, gruesas como caldo:
acéptela y no pregunte por mis uñas…
Días enteros estuvo la tribu
flotando contra las rocas
a la espera de una agitación del mar…
Hasta que la vena llegó hoy:
hilera tras hilera de material
que va a detonar en una playa.
Las olas se espigaban
en dirección al sol,
aunque esto es cierto
toda vez que bajamos tarde
el camino de las hamacas.
(De mañana tienen la turbidez
-la niebla de un pez-
de la base del mar.)
Yo sin embargo, donde las olas concluyen
pienso dejarme
flotar, bajar en el puerto
a comprar frutas
o a esperar la tormenta
que unas brisas anunciaron:
las brisas sin sonido
son las olas sin sonido
de la atmósfera.
Mire desde aquí el mar,
tanto más lejano, inmóvil y pacífico.

Como si nada estuviera escrito.  


martes, 19 de julio de 2016

Al azar de una cita







Al azar de una cita

La vida fisiológica no es, por supuesto
 “la” vida. Y tampoco lo es la vida
 psicológica. La vida es el mundo”.  L.W.


“la vida es el mundo”
y el mundo tantas cosas.
Ese limón que rueda
por el pasto y distrae
al perro ensimismado
en un rayo de sol.

Es este invierno y otros
engranajes lentos
que vuelcan el color del día
sobre la noche y noche
tras noche en lo que no estará
para mí, que no veo.

Como un río hondo y quieto
y uno a las orillas,
como un espejo roto.
¿Y qué busco allí que no haya
vislumbrado en la mansa
superficie de las cosas?



sábado, 2 de julio de 2016

Una edición local de Cuentos de Odessa de Isaak Babel


El libro estaba en Rubén Libros y si entre la cantidad de obras de esa mesa lo distinguí fue por la tapa: toda ella y la contratapa es una sola foto del mar, en blanco y negro, tomada desde la orilla: Isaak Babel, Cuentos de Odessa, ed. Vilnius, Córdoba, 2014.
En la primera parte, incluye una selección de siete de a lo sumo nueve cuentos que en las distintas ediciones se agruparon bajo el rubro de Cuentos de Odessa, debidamente justificada en la nota editorial a cargo de Sebastián Artero y Julieta Canedo,  por constituir una “unidad estilística y temática”. En la segunda, se agrupan varios textos referidos al autor y su obra, junto con otros dos textos de Babel: “Autobiografía” y el cuento “Guy de Maupassant”.
103 páginas bastan para hacer de esta publicación algo que excede largamente sus límites: no sólo los cuentos son magníficos y la traducción de Valeria Zuzuk fluye desde los primeros dos párrafos arrebatándonos hacia el clima que crea Babel, con concisa eficacia de imágenes y nítida solidez en la construcción de personajes y situaciones; también sorprende que los textos de la segunda parte no constituyen una mera yuxtaposición, sino que se imbrican misteriosamente unos con otros: la “Autobiografía” del propio Babel dialoga con la nota que en 1938 le dedica Borges en El hogar, y ambos con el ensayo de Juan Forn, y la lista sigue: Nadiezhda Mandelshtam, Roberto Echevarren, Vitali Shentaliinski, Fernando Luis Pujato, Ryszard Kapuscinki. Así, cada aporte enfoca aspectos de la obra y del autor o del contexto con el rasgo común de su calidad literaria.
Como prueba de unidad, además de la obvia unidad temática, creo haber encontrado esta, apenas despuntando el primer relato, “El rey”:
“En la noche azul y estrellada todo lo más distinguido que nos provee nuestro contrabando, todo lo que de punta a punta hace glorioso esta tierra realizaba su tarea seductora y destructiva (…) El cocinero negro del Plutarco, llegado de Port Said tres días antes, había logrado pasar por la aduana una botellas panzonas de ron jamaiquino, vino aceitoso de Madeira, cigarros de las plantaciones de Pierpont Morgan y naranjas de los alrededores de Jerusalem. Esto es lo que traen a la costa de Odessa las olas espumosas que se rompen en el Mar Negro, esto es lo que a los pobres de Odessa a veces les toca en suerte en los casamientos judíos…”
Al leer el fragmento, pensé en la tapa, que fue lo que primero me atrajo de la edición, y empecé a pensar que la elección de la imagen era de alguna manera central: no ilustra ni adelanta indicio alguno; aporta en su desnudez, en su monocromía una impresión del fondo contra el cual se recorta el violento y definido mundo de Babel.